Subida de las aguas del lago Turkana trastorna la vida de una aldea de Kenia
Con las primeras luces, niños de una de las tribus más pequeñas y aisladas de Kenia suben, con chalecos salvavidas, a una lancha pesquera para atravesar el lago Turkana rumbo a la escuela.
Hasta hace poco podían hacer el trayecto a pie. Una carretera conectaba El Molo con la orilla y era un sustento para esta comunidad aislada de pescadores y artesanos que subsisten en el lago Turkana.
Pero hace tres años, el lago comenzó a subir fuertemente, dejando las chozas en forma de cúpula de El Molo cubiertas de pescados secos y luego obligando a los pobladores a buscar zonas más altas para vivir.
Con la subida de las aguas a niveles nunca vistos, El Molo vio su único acueducto de agua potable desaparecer bajo la superficie, al igual que los túmulos de sus antepasados.
Finalmente, el camino para salir del poblado desapareció por completo y El Molo se convirtió en una isla lacustre aislada.
"Antes no había agua aquí", comentó el pescador Julius Akolong al cruzar el ancho canal que actualmente separa a su comunidad del resto del norte de Kenia.
"Podías cruzar en jeep", dijo.
Turkana, el lago desértico más grande del mundo con 250 km de punta a punta, creció 10% en los 10 años hasta 2020, según un estudio gubernamental publicado el año pasado.
Con ello hundió casi 800 kilómetros cuadrados adicionales de tierra alrededor de la Bahía El Molo, donde vive la gente en la costa este de Turkana.
Como causas se han citado las lluvias extremas en las cuencas hidrográficas, un fenómeno ligado al cambio climático, la pérdida de suelo por la deforestación y la agricultura, así como la actividad tectónica.
- Bendiciones y maldiciones -
El fenómeno ha impactado profundamente a El Molo, cuya cultura cushita ya estaba seriamente amenazada.
Con apenas 1.100 habitantes en el último censo, El Molo es superado por otros grupos étnicos que dominan en Kenia, un país de 50 millones.
Conocidos como "la gente que come pescado" entre las tribus ganaderas del norte de Kenia, los habitantes de El Molo habrían migrado de Etiopía a Turkana alrededor de 1.000 AC.
Pero en la actualidad pocos hablan su lengua materna y costumbres ancestrales han variado o desaparecido por completo.
Con la inesperada subida del Turkana, algunos habitantes tomaron la difícil decisión de trasladarse a vivir al territorio continental, en chozas levantadas a orillas del lago.
Las chozas construidas sobre la tierra seca están más cerca de la escuela y otras instalaciones, pero lejos de su comunidad y sus tradiciones.
"Fue muy difícil (...) Tuvimos que discutirlo con los mayores para que nos permitieran o bendijeran para ir sin maldiciones", contó Akolong, de 39 años y padre de dos hijos.
Para quienes permanecieron, la vida en la isla se convirtió en una lucha.
Los pescadores de El Molo, hábiles en el uso de redes y cestas tejidas con fibras de juncos y palma, comenzaron a tener dificultades para pescar debido a la subida del nivel del lago.
Sin acceso a agua dulce, se vieron obligados a beber del Turkana, el lago más salino de África.
Ahora los niños del pueblo tienen los dientes calcáreos y el pelo decolorado, un efecto del contenido de flúor del lago.
"A menudo sufrimos de diarrea (...) No tenemos más agua potable, esto es todo lo que tenemos. Es salada y nos corroe los dientes y el pelo", comentó Anjela Lenapir, de 31 años y madre de tres hijos.
- Cultura perdida -
La asistencia escolar cayó fuertemente porque los padres no pueden pagar el traslado en barco, indicó David Lesas, subdirector de la Escuela Primaria de Bahía El Molo. "La mayoría se queda en casa".
El gobierno local y la organización humanitaria World Vision dan ayuda, pero los recursos son escasos y las necesidades abundan en la región, que vive una sequía histórica.
En la escuela, la cerca y el servicio sanitario están bajo el agua y cocodrilos invadieron parte del área de juego.
Pero el verdadero daño a El Molo es imborrable.
Separado de su gente, Akolong se ha perdido rituales de iniciación, ceremonias de nombramiento y funerales, los cuales refuerzan la identidad tribal.
"Estamos divididos", dice con tristeza.
Lápidas de piedra por los difuntos de El Molo han sido arrastradas, borrando memorias del pasado, mientras el lago amenaza los santuarios de las deidades tribales.
"Es un sitio profundamente respetado en nuestra cultura. Con la subida del agua, perderemos también esa tradición", advirtió Lenapir.
O.Mucciarone--PV